La pandemia ha puesto de manifiesto y agudizado la enorme desigualdad que existe en el mundo, no sólo económica sino también racial y de género. El virus nos ha golpeado a todos, pero como siempre sucede, le ha ido peor a los que menos tienen. No vamos en el mismo barco, mientras unos van en yates y cruceros, otros se están ahogando.  
 
Entre quienes han perdido la vida a causa del covid hay más población marginada, no sólo porque es un sector que no tiene otra opción más que salir a trabajar en condiciones donde es más difícil guardar sana distancia y, por lo tanto, corre más riesgo de contagio, sino también porque cuando se contagian tardan más en recibir atención médica y el sentido de oportunidad ha probado ser de enorme relevancia en la lucha contra el virus. Además, la atención en hospitales públicos, en los países marginados o en vías de desarrollo, es de menor calidad que en los privados, pues es donde los sistemas de salud han sufrido mayor abandono. En México, por ejemplo, más del 80% de fallecimientos han sucedido en hospitales públicos.  
 
A ello se suma la cantidad de personas que han sido arrastradas a la pobreza a causa del impacto económico que ha tenido la pandemia. En el caso de México el año pasado cayeron en pobreza extrema 10 millones de personas y se perdieron casi 1 millón de empleos formales y 12 millones de empleos informales.  
 
Mientras tanto, el informe recientemente publicado por Oxfam, en el marco del Foro Económico Mundial, revela que las personas y empresas más ricas del mundo siguen enriqueciéndose y que en tan sólo 9 meses las mil mayores fortunas del mundo han recuperado su nivel de riqueza previo a la pandemia, mientras que para las personas en mayor situación de pobreza del mundo esta recuperación podría tardar más de una década en llegar.  
 
Entre los más marginados, según el reporte en mención, las mujeres y las minorías raciales son los más afectados en lo económico. A nivel mundial, 740 millones de mujeres trabajan en la economía informal y durante el primer mes de la pandemia, sus ingresos se redujeron en un 60%, además de que son ellas las más impactadas por el desempleo, pues están sobre representadas en los sectores económicos más afectados como es el de los servicios, al que las medidas de confinamiento y sana distancia ha golpeado más fuerte.  
 
A ello se le suma un aumento importante en la carga de trabajo no remunerado, como son las tareas de cuidado de hijos, adultos mayores y personas con discapacidad. La suspensión de clases y la imposibilidad de apoyarse en otros espacios, instituciones o redes familiares por las medidas de confinamiento, ha hecho que las mujeres hoy tengan que dedicar más horas a este tipo de trabajo.  
 
En el caso de México que, según Oxfam, es de las pocas economías emergentes que no ha puesto en marcha programas adicionales específicos de apoyo para personas en situación de pobreza frente a la pandemia, el 21% de las mujeres que trabajaban en la economía informal habían perdido su empleo en mayo de 2020, frente al 15% de los hombres en el mismo sector.  
 
En resumen, este informe refleja la necesidad urgente de tomar medidas, incluidas aquellas con perspectiva de género, que contribuyan a reducir la brecha de desigualdad. Por lo que se refiere a México, en específico, es apremiante que el gobierno federal eche a andar programas específicos de apoyo para la población más afectada, de lo contrario, las consecuencias serán irreversibles en mucho más de una década.  
 
@lialimon 
Consultora y Directora de LIMA Diversidad e Inclusión
 

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